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jueves, 12 de octubre de 2017

La celebración de la vida

“No estaba muerto, andaba de parranda”.

“Como te ves, me vi, y como me ves, te verás…”.

“Buen amor y buena muerte, no hay mejor suerte”.

“La muerte está tan segura de alcanzarnos 
que nos da toda una vida de ventaja”.



El primer contacto que tuve con la celebración del Día de Muertos, fue a través de mi querida Sunny Montoya, amiga y maestra por más de 20 años. La primera vez que vi una serie de altares montados en diversos lugres del entonces muy joven Tec de Monterrey, Campus Guadalajara, quedé encantada. Aprendí que vivir una tradición no es cosa de juego; aprendí que era importante enseñar su preservación a los jóvenes.

En aquellos años, no comprendía la trascendencia sobre ser un medio para transmitir nuestra esencia, nuestros modos de ser y de hacer, lo he ido entendiendo con el paso el tiempo y es, quizá uno de los más grandes regalos que recibido en mi vida.

En un segundo momento, me tocó vivir el montaje de altares desde otra perspectiva, lo que hacían los jóvenes no me quedaba claro, algunas decisiones sobre cómo hacer las cosas, tampoco lograba comprenderlas, ¡por supuesto que los para qués tampoco se habían mostrado! tuvieron que pasar alrededor de 10 años para comenzar a hallarlos.

Cuando tomo más en serio esta estafeta y me veo en la necesidad de sustentar las razones por las que debía continuar celebrándose el Día de Muertos en mi lugar de trabajo, teníamos un mes para lograrlo. Sin saber cómo con claridad, nos lanzamos a la aventura tres personas: Daniel Lemus, Susana Espinosa y yo, apoyados por infinidad de personas, entro otras, el muy recordado Juan Manuel Durán, mi queridísima Adriana Lazo, después de tanto tiempo, cierta estoy que olvido a  muchas personas, perdón por eso.

El nombre ya lo teníamos: "Fiesta de Humanidades" (dado por la primera Directora del Departamento de Humanidades de la Preparatoria) ... nos faltaba todo lo demás y, ¡nos lanzamos a la aventura! Una aventura que no ha terminado, que personas como Susana, que han creído en la importancia de celebrar a la vida de los presentes en este mundo y de los ausentes que han partido, de acuerdo a la tradición católica, a un mundo mucho mejor que este.

Primero Campus Guadalajara que me dio conocimientos, respaldo, convicción, aprendizajes enormes, estructura. Luego Campus Hidalgo que me permitió moldear una versión de la Fiesta de Humanidades siguiendo los usos y tradiciones de un estado del cual ignoraba es uno de los que mayor arraigo y amor dan a la prolongación de usos y costumbres, de una cultura que se ha desenvuelto a través de los años.

Hidalgo fue una revelación, significó contar con Julio Noriega, Claudia Gallegos, el equipo de directivos de prepa, profesores, todas las demás áreas. Fue contar con Katrina Koenig, amiga entrañable, con Yamyr Carrasco, apoyo invaluable. Patricia Ledesma que me ayudó a organizar y realizar infinidad de locuras en pro de la Fiesta de Humanidades. Fue contar con manos maravillosas haciendo filigranas en papel de mamá, tías, abuelitas, alumnas y alumnos picando papel. Especial lugar ocupa en mis recuerdos, el Lic. Juan Manuel Menes Llaguno, a quien conocí a través de otra de mis cómplices-amigas, Jenny Salomón, ¡qué regalo! ¡qué privilegio contar con el respaldo nada más, ni nada menos, que del Cronista Vitalicio del Estado de Hidalgo.

Un buen día, observando cómo uno de nuestros estudiantes explicaba a unos pequeños visitantes lo que significaba la celebración del día de muertos y el de los numerosos simbolismos de su altar, comprendí porqué y para qué estaba ahí: los adultos acompañamos a nuestros jóvenes; nosotros transmitimos la cultura, la tradición, los usos y costumbres; ellos -nuestros jóvenes-, son los depositarios de tanta historia, de tanto amor por México y sus tradiciones, de lo aprendido en casa y reforzado en el paso por la escuela, de aprender y aprehender un modo de ser, un modo de actuar, un modo de vivir, para que ellos, un día muy lejano, entreguen este mundo de significados a los que vienen después de ellos.

¡Claro que ha habido detractores! ¡No sé cuántos! He sido acusada de invocar al demonio, de llamar a la muerte, de atraer lo malo de algo tan natural como morir. La primera vez que supe de esto, ¡me enojé tanto!, después aprendí que podía entender que no se apreciara esta celebración como una manera de reforzar nuestra identidad, nuestra pertenencia a este México mágico, magnífico y tremendo a la vez. Como una celebración de la vida aquí y después. Puedo entender que haya religiones que no comulguen con el contenido espiritual e histórico que posee esta celebración e incluso respetarlo, no puedo comprender otras cosas contra las que no lucharé y no puedo entender que se denoste la labor de preservación de uno de los componentes más importantes de nuestra mexicanidad.

Algo de lo que estoy segura es que la celebración del Día de Muertos seguirá adelante, mientras haya alguien que la considere TRADICIÓN, CULTURA y no un trabajo institucional en el que hay que cumplir porque no hay de otra. Debo confesar que la intención de poner un granito de arena en la conservación y transmisión del Día de Muertos, se ha cumplido y en mi corazón se mueven chispitas de alegría cuando tomo conciencia de que he lo he logrado.

Cuando veo las ediciones que se han realizado en Guadalajara y en Hidalgo, cuando observo que mis estudiantes, ahora profesionistas, siguen teniendo en su mente y en su corazón la "Fiesta de Humanidades"; cuando ahora con hijos, ponen sus altares en casa. Cuando lejos del país, ponen su papel picado en las ventanas, colocando con ello un pedacito de México. Cuando me piden recordarles cómo picar papel; cuando asisten al Xantolo en la Huasteca Hidalguense, o a la rivera del lago de Pátzcuaro en Michocacán, o a Mixquic en la Ciudad de México; o a las ofrendas en lugares diversos como el Zólaco, los museos, el Dolores Olmedo, los Museos Regionales, entre otros.

Gracias por tantos colores, aromas, formas, interpretaciones, amor y más amor. ¡Gracias por tanta vida! 


Música de compañía:

1 comentario:

  1. Me encantó leer esto, mi querida amiga, y recordar aquellos tiempos en el campus. Siempre he admirado tu visión y creatividad. ¡Te quiero!

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