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viernes, 1 de septiembre de 2017

Voz de paz, no de venganza… eso es Malala

"Una mujer con imaginación es una mujer que no sólo 
sabe proyectar la vida de una familia, la de una sociedad, 
sino también el futuro de un milenio.”
Rigoberta Menchú. Líder indígena guatemalteca.

“Algunas mujeres, en algunas sociedades, 
no saben que tienen derechos, saben que son rechazadas,
sin saber que tienen el derecho a no ser discriminadas.” 
Malala. Activista paquistaní.

Hace muchos años, aquí en Guadalajara, ahí donde ahora es la Biblioteca del Campus del Tec de Monterrey, estuvo la Premio Nobel de la Paz (1992), Rigoberta Menchú; esta tarde, en Campus Santa Fe, la Premio Nobel de la Paz (2014) más joven en recibirlo ha estado presente: Malala Yousafzai.

Físicamente es una persona menuda, de rostro serio, enormes ojos, real… sin photoshop, mostrando los rastros del artero ataque (2012) que sufrió sólo por ser mujer, querer estudiar y no apagar su voz. Mesurada y discreta en sus movimientos con una presencia muy particular resaltada por el manto que cubre su cabello, esta vez de un bello color amarillo, con frecuencia, durante la presentación, resbala traviesamente dejando ver el cabello de la joven.

Inicia su conversación diciendo “los amo”. ¿Qué pensará después de tanta floritura alrededor de ella? La moderadora, con un guión ya definido para marcar las ideas sobre las cuales hablará Malala, no siempre pudo aprovechar el hilo de las ideas expresadas por la Premio Nobel de la Paz.

La joven mujer en la que se ha convertido Malala ha comenzado a hablar con una seguridad y una determinación que denotan la claridad de su causa: defensa de los derechos civiles, especialmente los derechos de las mujeres y el derecho a la educación. Habla tan rápido que el traductor de señas, corre, corre en seguir la conversación en su lenguaje. Conforme responde preguntas del guión, cuenta su historia, habla de su causa, se expresa con respeto profundo de su padre Ziauddin Yousafzai; se crece, se convierte en una dama digna que sigue luchando por educación, por respeto, por libertad, por paz.

Se refiere a las terribles condiciones provocadas en contra de las mujeres por la presencia del talibán en Paquistán, su país de origen. La voz joven que se escuchó en las Naciones Unidas cuando tenía 16 años -aguda e incluso quebrada-, ahora ya no es la de una niña, su voz es potente, segura, clara. Sus palabras directas, francas y corteses a la vez. No se muestra desde el odio, ¡por el contrario! lo hace desde la convicción de lo que se puede lograr a través de la paz.

Malala menciona que ha elegido estudiar en Oxford afirmando que es el tipo de educación a la que todas las personas, en especial las mujeres, deben poder acceder. La joven Nobel de la Paz se refiere a la importancia de la presencia, en la vida política de un país, de los jóvenes haciendo oír sus voces, expresando sus puntos de vista, defendiendo lo correcto. Tiene la convicción -como muchos otros/as- de que la participación activa es clave. “Los jóvenes pueden hacer cambios importantes, los jóvenes en México PUEDEN HACERLO.”

Malala agradece, siempre agradece. No se queja por ejemplo del desvío de su vuelo por a causa de las tormentas. Expresa admiración por la belleza, en este caso, de las playas de Cancún, destino al que fue redirigido su vuelo. Todo es una oportunidad. Son experiencias, son posibilidades.

Fuerte y claro señala “los talibanes tienen miedo de mi voz, la voz de todos es importante para provocar cambios importantes en la vida”.

Por otro lado, Malala se refiere a los cambios enormes que se han producido de diez años para acá y la manera como impactan, por ejemplo, los adelantos tecnológicos en las oportunidades para educar, para aprender. Permiten tener sueños.

En el horizonte próximo de Malala, lo que sigue es iniciar sus estudios universitarios en la que es considerada la mejor universidad del mundo, Oxford; trabajar por la Fundación Malala, seguir luchando por los derechos de los niños y las niñas, por las mujeres con el fin de generar mejores condiciones a través de la educación. La educación empodera, construye posibilidades.

Esta joven mujer se sabe líder, y usa su palabra para generar cambios; lo mismo habla con líderes políticos que religiosos, va a donde tenga que ir para lograr mejores condiciones de mujeres y niñas en condiciones de vulnerabilidad. Su causa de vida es empoderar a niños y mujeres para mejorar al mundo.


Ella es agente de cambio, lo sabe y su palabra toca, cala, penetra. “El mundo puede cambiar, seas hombre, mujer, niña. Los roles profesionales son de todos. Lo importante para mí es dejar mi mensaje, dejar mi corazón". Sin temor y ante cualquier líder. Cuando habla de su causa, no se permite estar nerviosa ante nadie.

Malala no se intimida, no se "infla", simplemente se muestra como es y nos deja con una sensación positiva, de esperanza, de saber que las causas comprometen y valen la pena de ser defendidas.

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